viernes, 4 de septiembre de 2009

sirenas, fantasmas, naguales, demonios y expresidentes



“Él es Cristóbal. Su vida la cuentan el lodo de sus uñas, el polvo de sus barbas, la tierra bajo sus pies, el cielo sobre su cabeza. El camino lo llevó lejos de casa y le convirtió en brujo…”


He aquí un superhéroe de historieta que no le pide prestado nada al manga japonés ni al cómic gringo. Un superhéroe que ni se dobla ni se quiebra. Un superhéroe netamente mexicano. Hijo del grabado popular de principios del siglo pasado, de las leyendas regionales y de las mitologías prehispánica y mestiza. Cristóbal es un brujo errante; siempre en el camino, y sin embargo siempre en el preciso lugar en que más se le necesita (como todo buen superhéroe). He aquí un superviviente.

Sus andanzas lo han llevado a diversas partes del país. Cristóbal es multirregional, no regional. No Ciudad Gótica, no Metrópolis, no Nueva York. Sí San Miguel de Allende, donde salvó la vida de un pequeño infante cuando venció (burló diría yo) a la tercia infernal formada por Judas Iscariote, Hernán Cortés y Carlos Salinas de Gortari, quienes sucumbieron ante los efectos de un coctel estupefaciente hecho a base de mezcal y vino para consagrar (obvio, obra de Cristóbal). ¡JAA, JA! ¡Hic! Sí Milpa Alta, donde ayuda a los comuneros locales a desenterrar los títulos de las tierras de la tumba de un capitán zapatista que murió durante una invasión de las tropas constitucionalistas para salvar la vida de su amada Rosita, quien en realidad amaba a Humberto, espía y mejor amigo del Rengo, es decir el difunto, es decir Teutli reencarnado, es decir aquel que dio su vida para defender a Iztaccíhuatl y a Popocatépetl en otra época, en otra batalla. ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! Sí Cuetzalan del Progreso y San Miguel Tzinacanpan, donde se vio obligado a atender el mandato de un tepehuanimej, es decir un dueño del cerro, para no perder su tonal, es decir su espíritu; para ello tuvo que derrotar a Ueman y sus Pistoleros del Diablo, es decir un brujo y una bola de pilatos bandidos, tarea nada fácil, ya había recibido un machetazo en plena clavícula derecha a manos de Pilatos Rey cuando llegó a tirarle el paro su hermano-águila-nahual; del resto de los compinches se encargó el Santo Santiago, es decir el bisnieto de Ueman. ¡KA-TLONG! Sí San Antonio Tomatlán, donde derrotó a los Nahuales, es decir hombres con espíritu de animal, animales que caminan como hombres por la tierra, es decir un búho, un puma y una calaca con curvas, ladrones de niños y santos; para lograrlo se valió solamente de su honda, un bonche de rocas y una poción hecha con plantas desérticas y hongos que crecen en algunas partes de la sierra, es decir un viajesotote. ¡POF!

Su recompensa: víveres para el camino, es decir su itacatote.

Así se las gasta este superhéroe picaresco, quizá el hecho de serlo lo vuelve un poco menos súper, pero a la vez lo hace más humano, más de carne y hueso. Después de leer sus aventuras uno se da cuenta de que no es necesario sólo ver caricaturas orientales y ojear cómics importados para reinventar la fantasía, hay que viajar, hay que conocer, hay que andar el camino.

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martes, 1 de septiembre de 2009








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domingo, 23 de agosto de 2009

Apuntes paranóicos y algo negros sobre la frontera

por Gabriel Valtierra


I

ADVERTENCIA

El siguiente texto ha sido escrito por una mentalidad agudamente paranoica y obsesiva compulsiva, con mucho de tendencia hacia la autodestrucción, la mitomanía y que todavía se atreve a jugar con estos elementos literariamente. Las opiniones aquí expresadas no buscan hacer un bien ni un daño a la humanidad sino todo lo contrario. Cuando se usa la palabra frontera nos referimos en concreto a San Luis Río Colorado, Sonora, México, que es la única frontera que más o menos conocemos.

INTRODUCCIÓN

yo no deseaba caer en el tan trillado asunto de escribir directamente sobre lo que significa vivir en la frontera y sin embargo lo voy a hacer. Déjenme explicarles rápidamente el por que no quería hacerlo y después el por que resolví que siempre sí. No deseaba poner por escrito nada que tuviera que ver con mi lugar de origen, al menos profusamente, porque estuvo y está de cierta manera de moda. Muchos escritores fronterizos se complacen en esa denominación de origen, convirtiéndose en especímenes para los sociólogos (en su biografía, en sus bodrios), pero con un casi nulo valor literario en esa mierda que vomitan y que ellos llaman novelas o cuentos. Estoy diciendo que navegan con esa bandera y que se presentan en todos los congresos, ferias del libro y tertulias, sin otra cosa qué ofrecer. Ocurrió lo mismo con los cubanos y los brasileños –pero a nivel sexual– entre las americanas rubias, a las que de pronto dejaron de gustarles los mexicanos y entendieron que el latino sabroso no era aquel moreno que gustaba de las rancheras, sino el caribe y en general el de descendencia afro, puertorriqueña incluida. Y así como los cubanos y demás se empeñan en explotar su acento y su baile e inventar historias fabulosas que les ocurrieron cuando todavía vivían en sus tierras natales, con el sólo fin de meter la pinga lo más posible cuando están en Norteamérica; así, el escritor fronterizo se presenta como un tigre dientes de sable que se considera valioso por su exotismo, olvidándosele que primero debe aprender a escribir. Por lo mismo este asunto de disertar largamente sobre la frontera: cada nuevo documento (mal escrito) le asegura una invitación en el siguiente acto por venir. Aunque existen plumas dignas por estos lares, a la mayoría de los escritores fronterizos nos hace falta técnica y originalidad, y aquí surge el quid del asunto: yo no quería repetirme y deseaba no caer en los males que ya anuncio. Sin embargo decidí escribir sobre la frontera porque le dije a la escritora argentina Georgina Rôo , que lo haría.

LA FRONTERA

A mí me gusta más estar en la frontera, porque la gente es más sencilla y más sincera, me gusta como se divierten, como llevan, la vida alegre, positiva y sin problemas.
Aquí es todo diferente, todo, todo, es diferente, en la frontera, en la frontera, en la frontera.
A mí me gusta más estar en la frontera, porque la gente es más feliz y siempre espera, vivir mejor, estar mejor y se supera. Y todo logran porque aquí la gente es buena.
Aquí es todo es diferente, todo, todo es diferente, en la frontera, en la frontera, en la frontera. ¡Ah!
La gente no se mete en lo que no le importa, todo respetan cada quien vive su vida, lo más hermoso de la gente en la frontera, es que la gente cada vez es más unida.
Etcétera...
-Juan Gabriel


Acusar a Juan Gabriel de mentiroso por su canción “La frontera” me parece demasiado porque ha cantado cosas como las siguientes: “Una mujer rechazada es más peligrosa que un animal salvaje ”, pero sí puedo señalarlo de ser parcial. Por supuesto que la letra es unainvitación a ver la vida a través de la puerta de cantina de un antro fronterizo donde un jotito baila música disco, con las nalgas bien paradas, sin importarle el qué dirán, primera ventaja sustancial del límite entre México y los Estados Unidos respecto al resto de poblaciones del país: en especial las rurales, que ya las ciudades, son otra cosa. Este gay retro de la melodía por supuesto que no lee los periódicos ni tiene grandes problemas en la existencia. Anda en la veintena y lo único que le importa es que esa última parte siempre se respete: “La gente no se mete en lo que no le importa, todo respetan cada quien vive su vida”. ¿Para qué meterse en complicaciones? En la frontera todos somos alegres, trabajadores y dejamos que la gente haga de su culo un papalote.
Mi visión de ella es distinta, of course.


Este ensayo fue publicado por entregas
en los números 5, 6, 7, 8 y 9.




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1 La escritora ni me conoce. Nada más porque la leí, miré una foto de ella y se me hizo guapa le mando correos buscando llamar su atención.
2 “La gitana”.

jueves, 4 de junio de 2009

Fuego, nada más

de Silvia Favaretto


Que yo sí quiero escribir
pero me salen brazas
y me sangra la nariz.
Sí quiero escribir e intento hacerlo
mojando las palabras en tinta de limón
pero queman los ojos y secan las manos.
Que yo sí, sí te dije
quiero escribir pero la lapicera arde
y las chispitas prenden fuego a la hoja
y la madera del escritorio se ennegrece
y cae al piso la ceniza
con mi inspiración
y sale humo de mis dedos
y mi poema es fuego,
fuego, nada más.



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martes, 2 de junio de 2009

Ágape

por Rafael Rodríguez Victoria


Ese día me llamó en la noche, por ahí de las nueve.
-¿Qué haces?, ¿pegado a las cobijas como siempre? —me dijo.
- No, llevo un rato despierto pero no me he levantado de la cama.
- ¿A dónde me vas a llevar?
- ¿A dónde quieres que te lleve? —le contesté.
- Al callejón por unos papeles y luego de regreso; a ver qué se nos ocurre.
-A lo mejor llego como a las diez y media.
-Hazle como quieras, siempre y cuando estés aquí antes de las 11. El camello sale a dar su ronda a las 12. Muévete, maricón, que después se va a poner bueno.
-Oye… ¡Me cago en tu madre, Gigí! —eso no lo alcanzó a oír porque me colgó. Pero si no es por el encabronamiento, no me levanto.
Nos conocimos por Internet hace seis años. Primero platicaba conmigo todas las noches. Después de tres meses de chatear, accedió a encontrarnos en la vida real. Entonces la conocí en serio: no muy guapa pero inteligente, con voz de mando. Me incluyó en sus negocios al mes de que nos vimos afuera del mundo virtual. Comenzó a instruirme en el secuestro expres, la extorsión telefónica y en poco tiempo hacía yo mismo las llamadas. Casi todo el dinero se lo quedaba. Yo no tenía interés por el varo. Lo que siempre quise fue estar a su lado.
Gigí controlaba varias células. Conocía a casi todos los buenos, desde comandantes, ministeriales y matones hasta el mismo secretario delegacional. No cualquiera le entra en el negocio. En el DF sólo tres personas, además de nosotros, controlan el mercado, a los grandes clientes; las zonas jodidas son de los principiantes. Eso también lo pactamos con la policía, para que ellos de vez en cuando puedan salir en los periódicos y en la tele, demostrando que hacen su trabajo.
Esa noche me llamó para drogarnos y coger. Cuando lo hacíamos en ese orden, a ella le gustaba que la mordiera y le succionara la herida. La primera vez que me lo pidió no le entendí. Pero poco a poco le agarré gusto a la ceremonia. Era eso, una comunión. Dejaba que ella entrara en mi cuerpo, como la ostia. Dios adentro de mí, en mis venas, Gigí entre mi propia sangre y luego en mi alma. Sólo que en la iglesia sí te dicen que Cristo te ama. Ella era más mística.



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lunes, 1 de junio de 2009

tinta luz


la verdad estable


para morir de amor




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sábado, 30 de mayo de 2009

Después del ascensor

por Ivonne G. Ledesma

De esta ventana en quinto piso
puede verse el pasado en forma de mendigo
desde la altura es evidente que sus manos extendidas
en realidad no esperan nada
sólo enseñan la tierra del recuerdo
esta ventana en quinto piso
es refugio de palomas
ángeles de ciudad
mensajeros de tristeza
que con ojos de espejo reflejan otros ojos
laberintos de alas que no vuelan
en esta habitación de quinto piso
se hospeda el miedo
sube sin escaleras ni ascensor
y la distancia con la calle no aleja las sombras
junto a la cama una tarjeta
anuncia
bienvenidos a esta habitación de quinto piso
desde la ventana
está más cerca el vacío.



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domingo, 10 de mayo de 2009

Useless Idea





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lunes, 20 de abril de 2009

Cautiverio

por Eduardo Ribé


¡Al carajo! Te repito que no podrás deshacerte de mí, voy a ser tu condena hasta el último respiro, lo prometo. Sugiero que dejes de gimotear, de nada sirve. Yo nunca me aburro. Entiéndelo de una vez; NO ME VOY A IR. ¿Qué sería de ti sin mí? Contéstame eso siquiera... no puedes ¿lo ves? No eres capaz de formular una respuesta sin mi ayuda. ¿Y qué me dices de las preguntas? ¿Qué harías sin mi constante cuestionamiento? Si es parte de nuestra naturaleza; como prueba bastara que le echemos una ojeada a tus libros de Historia, que por cierto, nunca habrías leído sin mi ayuda. Si es preciso, te lo puedo repetir una y otra vez para asegurarnos de que no lo olvides: yo tengo el control sobre ti.
¿Loco? Bueno sí, eso ni discutirlo, ¿pero por qué esa mala costumbre de achacarme toda la culpa? ¿Qué me dices de tu órgano sexual? Vas y te metes en cada embrollo con tal de satisfacerlo que mejor ni te recuerdo cómo fue que llegamos a aquí. Y eso que llamas corazón, ¿acaso no es culpa suya el sentimiento adictivo que invariablemente te desbarata? Ese dolor.
Sé que para ti debe ser confuso lidiar con mis palabras; escucharme hablar todo el tiempo. Pero trata de comprender; el mundo es tan incoherente y enigmático que no puedo evitar enloquecer cada vez que intento descifrarlo. Apenas fijo mi atención en algo cuando otra cosa más interesante pasa volando cerca. No lo puedo evitar. Y lo acepto; tiendo a querer abarcarlo todo. ¿Pero qué reclamas? Si precisamente a eso se debe el progreso de la especie. Además, con toda esa basura que lees al día ¿qué esperabas?
A ver, a ver, ¿de qué se trata? ¿Qué nuevo intento de separarme de ti es éste? ¿Acaso no lo entiendes? Eres tú quien provoca este conflicto con tus tontas tentativas de escape.



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miércoles, 15 de abril de 2009

Los espíritus y mi saeta

por Juan Martínez

Practico la puntería
Para no perder
Las buenas costumbres
El errar al blanco
Es no tener amor
si el proyectil se incrusta
En el punto deseado
Entonces estamos más cerca
De la realidad
En el aire
Viven las ondas de radio
Y también los espíritus
Comparten el espacio con mi saeta
Es más fácil la burla


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lunes, 30 de marzo de 2009

La persona más sucia del mundo: acerca del triunfo de John Waters sobre la cultura popular




por Roberto Audiffred

Millones de personas en todo el mundo pagan buen dinero por ver a Cameron Díaz usar semen como gel para el cabello en There’s Something About Mary, como tantos otros, cómodamente sentados en sofás manchados de comida y con un bong en la mano, ríen hasta que se les desprende la cabeza viendo a un tipo vomitar, freír su vómito y comérselo de nuevo en Jackass. En la caricatura South Park hemos visto desde el homicidio semanal de un niño pobre hasta la aparición de un clítoris gigante y epidemias de diarrea explosiva. Aquí mismo en México tenemos una cuota razonable, aunque aún no primer mundista, de asquerosidad en nuestras pantallas. Lo mismo vemos a Isabel Madow ser –gracias a Dios- penetrada por un español a la vista de cualquier afortunado que tenga cable, que a una pobre adolescente acomplejada ser interrogada sobre su anorexia por una “psicóloga” que probablemente tiene prepa trunca en La Academia. Estamos presenciando la institucionalización del mal gusto y la búsqueda de la celebridad a toda costa, como si viviéramos todos una competencia permanente y pública por ganar el título de “La Persona Más Sucia del Mundo”.

¿Cómo es que llegamos a esto? ¿En qué momento decidimos cambiar a Pili y Mili por las hermanas Hilton?

“Para mí, el mal gusto es de lo que se trata el entretenimiento. Si alguien vomita viendo una de mis películas, es como obtener una ovación de pie” -John Waters.

Para responder a esta pregunta debemos regresar unos 30 años en el tiempo.

A principios de los años 70’s se dio un interesante fenómeno contracultural en la ciudad de Nueva York: el llamado “cine de medianoche”. Este consistía en la exhibición, in the midnight hour, de películas tan extremas que ningún exhibidor razonable las mostraría durante el día. Alrededor de esto surgió una comunidad alternativa de espectadores especialmente abierta y entusiasta, consistente primariamente de universitarios, hippies, artistas, transexuales, artistas transexuales y otros intelectuales. Éste circuito le dio un sentido comercial a la producción de un tipo de cine impensable poco tiempo antes, brindándole a cineastas independientes y con intereses distintos a los del mainstream una oportunidad de éxito y reconocimiento, al dirigir su producto al público que más probablemente lo entendería. Se han vuelto legendarias las originales funciones nocturnas de muchos “clásicos de medianoche”, en su mayoría series-B y soft-porns, entre los que destacaron tres películas por su permanencia y éxito comercial: The Rocky Horror Picture Show, El Topo y Pink Flamingo’s.



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viernes, 30 de enero de 2009



El hombre hecho objeto. Sometido, impasible, atónito frente al caos y el encierro de elementos que lo minimizan, lo atrapan, lo devoran y mientras lo alejan de sí mismo, lo convierten en víctima asumida de la situación.

-Susana Veloz, fotógrafa



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